Durgal Puñoférreo

Raza: Enano; Escudo
Trasfondo: Artesano gremial
Clase: Guerrero
Dominio: Maestro de la batalla
Nivel: 4º
Alineamiento: Caótico bueno
Idiomas: Común, Enano
Puntos de experiencia: 2700 PE

Biografía

No fue fácil crecer bajo la alargada sombra de la leyenda de Khelgar Puñoférreo. Su progenitor había tenido una fascinante existencia que había quedado registrada en los anales del clan. Aquellos primeros años de irreflexiva juventud, dilapidados en improductivas aventuras y peleas de taberna lo habían conducido a dar la espalda a su pueblo para intentar ingresar en una orden de monjes al servicio del dios de la Justicia. Por fortuna para él, Clangeddin puso un poco de sentido común en su cabeza y abandonó aquella peregrina idea para unir su destino al de un humano al cual los dioses habían marcado para la grandeza. Juntos se embarcaron en una gloriosa gesta que lo condujo a recuperar las reliquias perdidas de sus ancestros, hacerse con el liderazgo del clan y forjarse un nombre en la historia luchando en la guerra contra el Rey de las Sombras.

Desgraciadamente, ni como rey ni como padre había tenido las mismas aptitudes que había demostrado sobradamente como combatiente. Al final, sus gestas se habían visto empañadas por el robo de los guanteletes de Puñoférreo y sus escasas dotes de gestión. Pese a todo esto, el clan aún cantaba sus gestas en el gran salón y ponía sus esperanzas en Durgal y sus hermanos.

Durgal se había esforzado por ser un combatiente ejemplar, siempre intentado ser algo más que el hijo de Khelgar pero en aquella fortaleza, escapar de la fama de su padre parecía del todo imposible. Quizás fue por este motivo que cuando su hermana se desposó con un enano de noble linaje, nada menos que uno de los hijos de Ghellin de la Casa de Hierro, no dudó en unirse a ella para comenzar de cero en un lugar donde Khelgar no era más que un simple nombre.

Sus habilidades de combate no pasaron desapercibidas y el esposo de su hermana lo honró con la tarea de formar a sus herederos en las lides del combate. Rolgar, el mayor de los nietos de Ghellin, había sido una gran decepción pues su escasa aptitud tan solo era superada por su falta de interés y siempre se había visto superado por sus hermanos menores, lo cual lo mortificaba sobremanera. Ragna había demostrado tener todas las aptitudes que a su hermano mayor le faltaban pero le faltaba paciencia y su obsesión por recuperar su hogar ancestral la hacía impredecible y descuidada. Era Amryl, el menor de los tres hermanos, al que más admiraba pues pese a no tener la destreza marcial de su hermana, era aplicado en sus lecciones y compensaba con esfuerzo esta carencia. Tenía un corazón noble y con el tiempo que habían pasado juntos, había llegado a apreciarle como al hijo que los dioses le habían negado.

Cuando Amryl decidió dejar su hogar para buscar a su exiliada hermana, no tardó en darse cuenta que nada quedaba ya para el en Piedrarajada y que su lugar, estaba junto a Amryl, para protegerlo de los peligros del camino.